14 ene 2010

Carta de Muller a su madre, 7/08/1942

Querida madre
Tras un día entero de viaje en tren, por fin hemos llegado a Varsovia. Aquí descansaremos unas horas para partir mañana de nuevo rumbo al este, hacia la Unión Soviética. El viaje no ha sido tan horrible como esperaba. He tenido suerte y he podido coger un buen sitio en el vagón donde sentarme. Al principio todos los soldados y oficiales que viajábamos en él estaban muy callados, pero con el paso del tiempo hemos roto el hielo y hemos hablado alegremente. Me ha sorprendido conocer a Hans, un chico joven, muy alto, creo que rondará los 19 años, y también es de Leipzig. Además, estudió en el mismo colegio que yo madre. Qué bueno sentirse cerca de casa.
El trayecto ha tenido varias paradas al entrar en Polonia, en cada una de las cuales, las gentes de allí nos recibían calurosamente con café, dulces, vino y pan. LLevaban todos sus trajes tipicos de la región, pero se les veía encantados con el nuevo régimen alemán.
No soy el único teniente que viajaba en el vagón, también venía con nosotros Christian, pero él pertenece a otra unidad, montó en el vagón con nosotros porque estuvo en el hospital de Berlin a causa de un atropello en el campo de batalla. Nos ha contado como nuestro glorioso ejército avanza fulminante por las tierras bárbaras de los soviets. También nos ha contado la trágica historia de cómo perdió a un amigo, al cual le calificaba como héroe.
Yo no pretendo ser un héroe madre, yo sólo quiero servir a mi patria y al Fuhrer, que por tantos senderos de gloria nos ha llevado. Quiero servir para que nuestra Alemania se convierta en lo que siempre ha sido, y no lo que los demás paises nos impusieron en Versalles, es vergonzoso.
Sé que el aniversario de la muerte de padre está próximo, siento no poder estar ahí. Pero fueron las mismas ratas rusas quienes le mataron y no me dejaron siquiera conocerle. Lo pagarán.
No tenga miedo por mi madre, volveré a casa.
No puedo despedirme de usted sin decirle el profundo afecto que le profeso. Cuando todo esto acabe volveré y tendremos la vida que siempre merecimos, y que nos la arrancaron.
Pd: Si ve a mi amada Giselle, dígale que la escribiré.

Muller.

7 vueltas más:

silver´s moon dijo...

Buff, se ponen la piel de gallina leyéndola. Eran niños jugando a ser mayores.

Es increíble la obediencia y la adoración que procesaban al Fuhrer, como tenían inyectado en vena el odio hacia los soviéticos, que solo eran otros niños como ellos.

Me ha encantado Antoñito, gracias por compartirla

Merche dijo...

Los que sembraron la semilla del odio sabían muy bien en qué tierra echarla,
en la más fértil y sana.
Una lástima.
Saludos.

Caos dijo...

esto empieza bien, ánimo!!! quiero leer más. saludos

Isra dijo...

devolviendo espectativas, Antoñito :) siento haber tardado en pasar a leerla, pero mereció la pena, y ahora quiero más... ese es el problema jejeje

si has visto CAbaret, la escena en la q se canta "Tomorrow Belongs to Me"... la piel de gallina, quien la haya visto sabrá porqué...

salud

Adelaida Ortega Ruiz dijo...

Hola Antoñito.
Has elegido a "un malo" como remitente de la carta.

Me gustaría leer la que le escribió a su madre cuando perdieron.

Saludos.

Antonio dijo...

Hola Adelaida, en verdad son dos los protagonistas: Uno alemán, Muller, y otro ruso, Vasili. El caso es que aún no he empezado a escribir nada de Vasili, pero lo haré. Saludos

cachos de vida dijo...

Me ha encantado la lectura de la carta.
Un saludo.