18 mar 2009

Sólo es un sueño (parte 1)

Anoche leí una nueva entrada de Southmac, no la última que acabo de ver que ya ha puesto, sino "la raíz de las pesadillas", espléndida, como todo lo que escribe. Pero he de decir que me ha tenido que afectar pues sin ir más lejos esta noche he tenido una pesadilla. Bueno, no sé si ha sido una pesadilla o un temor imaginario, no sé. Algo raro. Y como los sueños son muy suceptibles a ser olvidados cuanto antes lo escriba mejor. Eran las 6 de la mañana cuando por razones desconocidas me despierto, veo la hora que es y pienso para mí mismo que es demasiado temprano para levantarme. Pero no tenía sueño ninguno , así que me doy la vuelta en la cama y, como es lógico me duermo. En estas que ya empieza mi sueño, al principio, como casi todos los sueños, se suceden una serie de sucesos no encadenados, escenarios llenos de confusión, saltos temporales, y personas que por lo general no son de tu gusto. En estas que poco a poco va adquiriendo forma el sueño, y ahí estoy yo, mi madre, mi hermanita, una tía mía un tanto lejana y un pringao gay que detesto (por como es, no por ser gay) por el cual mi tia en cuestión está loquita por él, cosa que no comprendo pues es gay y en el sueño todos saben que es gay. Estábamos en el salón de la casa de mi difunta abuela (Q.E.P.D), pero sin las reformas oportunas que ha hecho el actual habitante, mi tio, otro que no tiene nada que ver con mi otra tia, pero que en este sueño ni siquiera sale. La situación era la siguiente: yo en una silla alta desde la que controlaba toda la situación, el gay y mi tía en el mismo sofá, mi madre en una silla baja haciendo punto de cruz y mi hermanita, sencillamente estaba, no sé si en silla o mesa o qué, pero ahí estaba. Era febrero. La situación debía desarrollarse en torno a las 6 de la tarde pues el cielo lucía anaranjado. Otra pista era el culebrón que estaban retransmitiendo por TVE1, que estaba en su fase final. No hacíamos mucho caso de la tele, hablábamos acerca de la inminencia del carnaval, de tener que prepararse un traje. Mi tía regalaba al gay un beso en el cuello de forma repetida para recordarle lo mucho que le "aprecia". Los demás nos hacíamos los tontos ante esta situación más que incómoda. No mirábamos. La conversación podía sin embargo fluir. Llega mi padre, saluda, y se mete en el baño para asearse tras una intensa jornada de campo. Está raro, lleva un par de años así. Su semblante ha cambiado, ya no es ese hombre enérgico, ni siquiera impone con su presencia. A mí me entristece, pues le quiero volver a ver como en sus mejores años. Quiero ver al hombre de la casa, al hombre que manda, que ordena. Pero ya es tarde.....

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