15 abr 2010

Carta de Müller a su madre 15/08/1942

Querida madre:
Seguimos viajando sin descanso. Estas tierras soviéticas son inmensas. Hoy mismo me parece no haber avanzado ni un solo metro. Lo único que se ve son llanuras y llanuras. Ni un sólo árbol, ni un sólo animal, nada. No alcanzo a comprender el valor que esta tierra puede tener para nuestros intereses. Y más aún me pregunto de qué viven estas gentes durante todo el año. ¿Cuáles son sus recursos? Tengo entendido que en el Caspio es una fuente inagotable de petróleo, lo cual sería de gran ayuda para nuestras divisiones blindadas y motorizadas. Pero no entiendo como en estas tierras pueden crecer los alimentos, con el invierno tan crudo que tiene. No entiendo como estas gentes no han emigrado todas a otras regiones más cálidas y con tierras más fértiles.
En todo caso no debo cuestionar las órdenes del Furher.
Con mis compañeros estoy encantado. Uno de ellos dice dedicarse al fútbol profesional, pero sinceramente no le creo, no aparenta cualidades. Otro dice ser arquitecto, pero este sí lo parece, no deja de hablar de construcciones y edificios imposibles que atesora en su mente. Obviamente ha entrado en el equipo de ingenieros, y se dedicará a poner explosivos en puntos claves de los edificios para que estos caigan, así como trampas para derribar los tanques soviéticos. Nos ha estado explicando el sistema de funcionamiento de las granadas. No tenía idea de que realmente fuera tan simple.
Hemos cruzado ya varias ciudades en nuestro recorrido, todas están ya tomadas por los nuestros. En ninguna hemos parado más de una hora a descansar, únicamente tomábamos café y algo para comer y de nuevo subíamos al vagón. Las horas se hacen eternas. Intentamos matar el tiempo jugando a las cartas o hablando de nuestras vidas en Alemania. Pero no es lo mismo las charlas sin algo de lo que beber. Echo de menos poder beber una buena cerveza o una copa de ginebra. Y me gustaría compartirla con mis compañeros, poder brindar por la futura victoria y por nuestras futuras mujeres.
Todo esto podré disfrutarlo cuando todo acabe, estoy convencido de que ganaremos y tendremos lo que merecemos, nuestra Alemania grande y libre, nacional socialista y justa. Y todo se lo deberemos a nuestro querido Furher.
Madre, vuelvo a pedirle que no se preocupe por mí, pues hago lo que debo y Dios lo sabe, y me protegerá. Intentaré escribirle cada semana.
Reciba un caluroso abrazo de su hijo, que le quiere y le estima.
Müller.


(Hola amigos, sigo muy muy liado, intentaré ponerme en activo en mayo, y prometo leeros, tenéis mi palabra. Saludos).

3 vueltas más:

Silver's Moon dijo...

Que ironía, el ingeniero en vez de ir construyendo iba derribando...
Es curioso como en situaciones extremas valoramos algo tan simple como tomar una cerveza con amigos, o como somos capaces de hacer lo que una persona dicta sin plantearnos si hacemos mal o bien...

Me ha encantado leerla Antoñito, gracias por compartirla.

Te dejo un beso

/ dijo...

La carta es fascinante, este hombre anhela un futuro que, como bien sabemos, se le derrumba.

Yo te espero Antoñito!!!

BESOTES AMIGO, BUEN FINDE Y HASTA CUANDO REGRESES!!!

Anónimo dijo...

eyyyy volvi a leerte, y como siempre muy bueno besos